Monday, August 04, 2008

Qosqo (final)

La ira de Dios (tragedia)


PRIMER Y ÚNICO ACTO

El enmascarado: Estás cometiendo una gran injusticia conmigo.

Dios: ¿Y quién eres tú para decir qué es justo y qué no?

El enmascarado: Nadie, pero no te puedes poner así de medieval conmigo. Me tienes echado en una tabla… estirándome los testículos con unas pinzas de la época de la inquisición…

Dios: La SANTA inquisición.

El enmascarado: Ok, la Santa Inquisición. Pero no puedes torturarme así simplemente por haber comido un puto cuy al horno…

Dios: No es porque lo hayas comido, es porque has utilizado el cuerpo de un ser vivo para hacerte el graciosito con tus amigos.

El enmascarado: No te pases, casi estaba cenizas, no tenía nada de grasa. Si hiciste uno de tus milagros y el roedor estaba carbonizado pero todavía vivo, al toque me mandabas a un ángel para que me avisase y todo list…. ¡¡¡AAAAHHH!!!

Dios: ¡Déjate de estupideces! ¡Si sigues hecho un huevón te arranco las bolas!

El enmascarado: Bueno, así de hecho dejaría de ser un huevón.

Dios: Tú lo pediste…

El enmascarado: ¡No, no, no, tranquilo, disculpa, disculpa! Ya me dejé de huevadas, tranquilo… Pero el cuy estaba muerto pues y, dicho sea de paso, increíblemente delicioso. Además, yo no lo maté al pobrecito.

Dios: Pero lo comiste sin misericordia, como un soldado romano asqueroso, no dejaste ni un pedacito y, eso es lo peor, usaste la patita del pobre animal para cantar Que levante la mano.

El enmascarado: Jeje, no me vas a negar que esa estuvo graciosa.

Dios: No tiene nada de gracia.

El enmascarado: Ok, pero no lo comí todo, como dices. No comí la cabeza, la dejé intacta.

Dios: Por supuesto que no la comiste, luego la usaste para una foto burlona con la cabeza del cuy de tu amigo…

El enmascarado: Claro, con su telón, mismo retrato de Martín Chambi...

Dios: ¿Cómo?

El enmascarado: No, no, nada… Ahí esta: ¿Si mi amigo también participó en el chongo, por qué no le haces a él lo mismo que a mí?

Dios: Porque tú eres reincidente. ¿Recuerdas un viaje con el colegio a Cajamarca, cuando molestaste a las chicas con la patita del cuy? Tú sabes que lo que has hecho está mal, es bajo.

El enmascarado: Ok, tienes razón, toda la razón. Me arrepiento totalmente y te prometo que nunca más jugaré con un cuy horneado, ni chactado, ni a la leña. Te lo juro por Dios.

Dios: Yo soy Dios, imbécil.

El enmascarado: Ok, por el diablo entonces… ¡¡¡AAAHHH!!!

Dios: ¡Déjate de huevadas!

El enmascarado: Mejor tu déjame los hue… ¡¡AAHHHH!! Ya basta por favor, ya te pedí perdón. ¿Qué más quieres? Déjame ir por favor…

Dios: Tú sabes bien que no sólo estás acá por lo del cuy. Tomaste fotos en las iglesias de Chinchero, Andahuaylillas y en el mismo Qoricancha, y tu ya sabías que estaba totalmente prohibido. Además, blasfemaste en la puerta de la catedral del Cusco.

El enmascarado: Ok, ok. Primero: me pedían 25 soles por entrar a la catedral. Ya mucho, pe. Estaba empinchado después del gatorade de 15 soles en la cafetería de Machupicchu. Segundo: las fotos fueron sin flash y, para ser sincero, me parece una regla estúpida y que, para colmo, los propios pobladores no cumplen. En Andahuaylillas había dos bautizos: por lo menos seis personas estaban destrozando las pinturas a punta de flashes y nadie les decía nada.

Dios: Eso no importa: tú sabes que faltaste a la norma y eso está mal.

El enmascarado: Sí, pero las fotos salieron bacanes y me di un tiempo para pedirte por mis seres queridos.

Dios: O sea que, para colmo, tengo que hacerte favores.

El enmascarado: Pero pedí por mi familia, por mi ex novia, por mis amigos…

Dios: Empezaste por ti.

El enmascarado: Ok, sí, pero es que estoy pasando por un momento difícil. Tú sabes.

Dios: Lo que sé es que eres un egoísta de mierda. Eso de que pediste por tu ex novia… ¡Yo del cielo bendito! Eso no te lo cree ni San Pedro en bomba.

El enmascarado: Oe, te juro que le deseo lo mejor, a ella y a su nuevo novio, quien sea. ¿Por cierto, quién es, ah?

Dios: No te pases. No te lo voy a decir. Que te lo diga ella.

El enmascarado: Pero ella no quiere y, en realidad, no me importa. Solo tengo una leve, exigua, mínima, insignificante curiosidad.

Dios: Te he dicho que no.

El enmascarado: Ya pues. Mira que el Huayna Picchu te quedó de la puta madre y cuando salió el sol en Machupicchu… A-la-mier-da. Espectacular. Te luciste, compadre.

Dios: Es en vano. No te voy a decir nada.

El enmascarado: ¿Seguro?

Dios: Que no.

El enmascarado: ¿Han tirado?

Dios: ¡Ya basta! ¡Qué te pasa!

El enmascarado: Perdón, perdón. Me excedí, lo reconozco. ¿Me puedo ir ya?

Dios: No, hay dos cosas más.

El enmascarado: Conchasu… ¡¡AAHHH!!

Dios: ¡Basta de blasfemias!

El enmascarado: Ta bien, pero si vas a jalar avisa pe. ¿Qué otras dos cosas, Dios mío?

Dios: Tuyo no, de la virgen.

El enmascarado: Ok, dime, por favor. Ya no aguanto.

Dios: Fumaste y fuiste a Huasao para que te lean la coca.

El enmascarado: Oye, pero sólo fumé un cigarrito en Up town.

Dios: ¡Fueron dos!

El enmascarado: Uno y el otro lo dejé a la mitad. Perdón. Tu sabes que ya no me gusta fumar. Es más, me desagrada.

Dios: Lo sé. Lo hiciste por posero.

El enmascarado: Sí, pero en Arequipa me había ligado. Justo cuando fumé se me acercaron las chicas. Mira, si eso te molesta, te juro que no vuelvo a hacerlo. En serio.

Dios: ¿Y lo del brujo?

El enmascarado: Era un curandero. Además no nos leyó nada.

Dios: Pero la intensión es lo que vale. Si no los botaban, se hubiesen leído el futuro.

El enmascarado: ¿O sea que sí lo lee en verdad?

Dios: Sí, pero es pecado.

El enmascarado: ¡Entonces pon al brujo en mi lugar y déjame ir!

Dios: Promete que no vas a ver nunca a ningún brujo.

El enmascarado: Ok.

Dios: Ni chamán, ni vidente…

El enmascarado: Ok. ¿Me puedo ir ya?

Dios: Con una condición.

El enmascarado: La que quieras. Ya los tengo a la altura de las rodillas.

Dios: Tienes que hacer la primera comunión, confirmarte, ir a la iglesia todos los domingos y, apenas puedas, casarte.

El enmascarado: Jajajajajaja. ¡¡¡¡AAAAAHHHHHHHHHH!!!!

(CRACK)

Qosqo (2)

Bandera


Jueves 24 de julio. 10:30 a.m. Estoy frente a la plaza donde descansa el monumento del guerrero Ollantay, observando las incomparables ruinas de Ollantaytambo, las montañas, el cielo inmenso y soleado, el color excitado del mundo; mientras tomo una cuzqueña dorada al tiempo (es decir, casi helada). Esto es vida, caracho.
Ciertas autoridades del distrito se han reunido bajo un toldo en la plaza. El motivo: anunciar el inicio de una campaña contra el friaje. Mientras decenas de niños sostienen pancartas con alegría, el maestro de ceremonias hace un anuncio: dice que Ollantaytambo se está “chilenizando” porque muchas casas todavía no muestran en sus terrazas nuestra bandera roja y blanca. Si entre hoy y mañana no la colocan, amenaza, habrá multa.
Horas después, mientras me dirijo a las espectaculares salinas de Maras, el conductor usa nuevamente el término. “Las están chilenizando”, dice automáticamente.
No entiendo: estamos en uno de los lugares más increíbles del planeta, cada mirada es una celebración de orgullo y seguimos con los dientes apretados, con este pensamiento nacionalista que late entre los puños.
Más alegría, señores. Ya quisieran muchos tener estas maravillas, estos lugares en los que, a 3 mil metros de altura, izar la bandera es una redundancia. No hace falta.
¡Salud!