Monday, August 04, 2008

Qosqo (final)

La ira de Dios (tragedia)


PRIMER Y ÚNICO ACTO

El enmascarado: Estás cometiendo una gran injusticia conmigo.

Dios: ¿Y quién eres tú para decir qué es justo y qué no?

El enmascarado: Nadie, pero no te puedes poner así de medieval conmigo. Me tienes echado en una tabla… estirándome los testículos con unas pinzas de la época de la inquisición…

Dios: La SANTA inquisición.

El enmascarado: Ok, la Santa Inquisición. Pero no puedes torturarme así simplemente por haber comido un puto cuy al horno…

Dios: No es porque lo hayas comido, es porque has utilizado el cuerpo de un ser vivo para hacerte el graciosito con tus amigos.

El enmascarado: No te pases, casi estaba cenizas, no tenía nada de grasa. Si hiciste uno de tus milagros y el roedor estaba carbonizado pero todavía vivo, al toque me mandabas a un ángel para que me avisase y todo list…. ¡¡¡AAAAHHH!!!

Dios: ¡Déjate de estupideces! ¡Si sigues hecho un huevón te arranco las bolas!

El enmascarado: Bueno, así de hecho dejaría de ser un huevón.

Dios: Tú lo pediste…

El enmascarado: ¡No, no, no, tranquilo, disculpa, disculpa! Ya me dejé de huevadas, tranquilo… Pero el cuy estaba muerto pues y, dicho sea de paso, increíblemente delicioso. Además, yo no lo maté al pobrecito.

Dios: Pero lo comiste sin misericordia, como un soldado romano asqueroso, no dejaste ni un pedacito y, eso es lo peor, usaste la patita del pobre animal para cantar Que levante la mano.

El enmascarado: Jeje, no me vas a negar que esa estuvo graciosa.

Dios: No tiene nada de gracia.

El enmascarado: Ok, pero no lo comí todo, como dices. No comí la cabeza, la dejé intacta.

Dios: Por supuesto que no la comiste, luego la usaste para una foto burlona con la cabeza del cuy de tu amigo…

El enmascarado: Claro, con su telón, mismo retrato de Martín Chambi...

Dios: ¿Cómo?

El enmascarado: No, no, nada… Ahí esta: ¿Si mi amigo también participó en el chongo, por qué no le haces a él lo mismo que a mí?

Dios: Porque tú eres reincidente. ¿Recuerdas un viaje con el colegio a Cajamarca, cuando molestaste a las chicas con la patita del cuy? Tú sabes que lo que has hecho está mal, es bajo.

El enmascarado: Ok, tienes razón, toda la razón. Me arrepiento totalmente y te prometo que nunca más jugaré con un cuy horneado, ni chactado, ni a la leña. Te lo juro por Dios.

Dios: Yo soy Dios, imbécil.

El enmascarado: Ok, por el diablo entonces… ¡¡¡AAAHHH!!!

Dios: ¡Déjate de huevadas!

El enmascarado: Mejor tu déjame los hue… ¡¡AAHHHH!! Ya basta por favor, ya te pedí perdón. ¿Qué más quieres? Déjame ir por favor…

Dios: Tú sabes bien que no sólo estás acá por lo del cuy. Tomaste fotos en las iglesias de Chinchero, Andahuaylillas y en el mismo Qoricancha, y tu ya sabías que estaba totalmente prohibido. Además, blasfemaste en la puerta de la catedral del Cusco.

El enmascarado: Ok, ok. Primero: me pedían 25 soles por entrar a la catedral. Ya mucho, pe. Estaba empinchado después del gatorade de 15 soles en la cafetería de Machupicchu. Segundo: las fotos fueron sin flash y, para ser sincero, me parece una regla estúpida y que, para colmo, los propios pobladores no cumplen. En Andahuaylillas había dos bautizos: por lo menos seis personas estaban destrozando las pinturas a punta de flashes y nadie les decía nada.

Dios: Eso no importa: tú sabes que faltaste a la norma y eso está mal.

El enmascarado: Sí, pero las fotos salieron bacanes y me di un tiempo para pedirte por mis seres queridos.

Dios: O sea que, para colmo, tengo que hacerte favores.

El enmascarado: Pero pedí por mi familia, por mi ex novia, por mis amigos…

Dios: Empezaste por ti.

El enmascarado: Ok, sí, pero es que estoy pasando por un momento difícil. Tú sabes.

Dios: Lo que sé es que eres un egoísta de mierda. Eso de que pediste por tu ex novia… ¡Yo del cielo bendito! Eso no te lo cree ni San Pedro en bomba.

El enmascarado: Oe, te juro que le deseo lo mejor, a ella y a su nuevo novio, quien sea. ¿Por cierto, quién es, ah?

Dios: No te pases. No te lo voy a decir. Que te lo diga ella.

El enmascarado: Pero ella no quiere y, en realidad, no me importa. Solo tengo una leve, exigua, mínima, insignificante curiosidad.

Dios: Te he dicho que no.

El enmascarado: Ya pues. Mira que el Huayna Picchu te quedó de la puta madre y cuando salió el sol en Machupicchu… A-la-mier-da. Espectacular. Te luciste, compadre.

Dios: Es en vano. No te voy a decir nada.

El enmascarado: ¿Seguro?

Dios: Que no.

El enmascarado: ¿Han tirado?

Dios: ¡Ya basta! ¡Qué te pasa!

El enmascarado: Perdón, perdón. Me excedí, lo reconozco. ¿Me puedo ir ya?

Dios: No, hay dos cosas más.

El enmascarado: Conchasu… ¡¡AAHHH!!

Dios: ¡Basta de blasfemias!

El enmascarado: Ta bien, pero si vas a jalar avisa pe. ¿Qué otras dos cosas, Dios mío?

Dios: Tuyo no, de la virgen.

El enmascarado: Ok, dime, por favor. Ya no aguanto.

Dios: Fumaste y fuiste a Huasao para que te lean la coca.

El enmascarado: Oye, pero sólo fumé un cigarrito en Up town.

Dios: ¡Fueron dos!

El enmascarado: Uno y el otro lo dejé a la mitad. Perdón. Tu sabes que ya no me gusta fumar. Es más, me desagrada.

Dios: Lo sé. Lo hiciste por posero.

El enmascarado: Sí, pero en Arequipa me había ligado. Justo cuando fumé se me acercaron las chicas. Mira, si eso te molesta, te juro que no vuelvo a hacerlo. En serio.

Dios: ¿Y lo del brujo?

El enmascarado: Era un curandero. Además no nos leyó nada.

Dios: Pero la intensión es lo que vale. Si no los botaban, se hubiesen leído el futuro.

El enmascarado: ¿O sea que sí lo lee en verdad?

Dios: Sí, pero es pecado.

El enmascarado: ¡Entonces pon al brujo en mi lugar y déjame ir!

Dios: Promete que no vas a ver nunca a ningún brujo.

El enmascarado: Ok.

Dios: Ni chamán, ni vidente…

El enmascarado: Ok. ¿Me puedo ir ya?

Dios: Con una condición.

El enmascarado: La que quieras. Ya los tengo a la altura de las rodillas.

Dios: Tienes que hacer la primera comunión, confirmarte, ir a la iglesia todos los domingos y, apenas puedas, casarte.

El enmascarado: Jajajajajaja. ¡¡¡¡AAAAAHHHHHHHHHH!!!!

(CRACK)

Qosqo (2)

Bandera


Jueves 24 de julio. 10:30 a.m. Estoy frente a la plaza donde descansa el monumento del guerrero Ollantay, observando las incomparables ruinas de Ollantaytambo, las montañas, el cielo inmenso y soleado, el color excitado del mundo; mientras tomo una cuzqueña dorada al tiempo (es decir, casi helada). Esto es vida, caracho.
Ciertas autoridades del distrito se han reunido bajo un toldo en la plaza. El motivo: anunciar el inicio de una campaña contra el friaje. Mientras decenas de niños sostienen pancartas con alegría, el maestro de ceremonias hace un anuncio: dice que Ollantaytambo se está “chilenizando” porque muchas casas todavía no muestran en sus terrazas nuestra bandera roja y blanca. Si entre hoy y mañana no la colocan, amenaza, habrá multa.
Horas después, mientras me dirijo a las espectaculares salinas de Maras, el conductor usa nuevamente el término. “Las están chilenizando”, dice automáticamente.
No entiendo: estamos en uno de los lugares más increíbles del planeta, cada mirada es una celebración de orgullo y seguimos con los dientes apretados, con este pensamiento nacionalista que late entre los puños.
Más alegría, señores. Ya quisieran muchos tener estas maravillas, estos lugares en los que, a 3 mil metros de altura, izar la bandera es una redundancia. No hace falta.
¡Salud!

Thursday, July 31, 2008

Qosqo (1)

Cusco, domingo 27/07/08


La cara oculta en el cuy

Monday, June 02, 2008

Yapita

A Yapita, mi gatita amorosa y valiente. Ella fue sobreviviente de una serie de vicisitudes que nos tocó vivir juntas. Cuando yo flaqueaba, ella se acercaba a mí con un sonido dulce y una caricia de su diminuta patita. Cuando jugaba me contagiaba su alegría. Iba conmigo por todos los rincones de la casa o me acompañaba dormitando sobre mi zapato.
Para ti, mi compañerita.
…………..

¡Pasear contigo por el parque a la luz de la tarde!
El parque al que tantas veces quise llevarte sin poder hacerlo nunca.
Fue en ese parque donde una tristísima tarde te dejé
como quien planta un rosal.

Te encontraré en cada flor, mordisqueando una hojita.
Estirándote perezosa sobre la rama de algún árbol
y alargando tu patita como cuando querías que yo te acariciara.

Yo estaré haciendo una pelotita de celofán
para jugar contigo.
Y acariciaré el terciopelo de tus orejitas.
Y tú alzarás la carita para mirarme
con los ojos brillantes de sol.

El viento me traerá tu arrullo.
Y me contarás tus aventuras
y me preguntarás por las mías.

Comenzaremos, entonces,
un diálogo infinito
que sólo nosotras podremos descifrar.

Y la luz de la tarde nos envolverá,
bella,
como siempre…

MIC

Lima, 30 de marzo del 2008.

Tuesday, April 08, 2008

Sueño (1)

Hoy abro los ojos y lo único que veo es la chapita azul de la botella de agua que debo haber tomado antes de dormir. Está en mi cama, que todavía permanece desenfocada. Así, sin moverme, repaso los acontecimientos de ayer en la tarde. Como siempre, a la hora de almuerzo crucé la ciudad, llegué a mi cuarto alquilado (6x6 metros) y me preparé un desabrido platillo de arroz, carne y papas, todo descongelado. Hacer la comida demoró lo que dura la canción Ocean of Noise de Arcade Fire, y comerla, la mitad de The Well and The Lighthouse. Me cepillé los dientes. En la televisión pasaban una película de Nicole Kidman que no vi. Prendí el carro y entré a la vía expresa. De pronto paramos debajo de un puente y me percaté de que un amigo, Carlos, me miraba desde su Volkswagen Gol. Lo saludé con la mano. No respondió, pero me miraba con la vista perdida. ¿Acaso estaba molesto? Parecía que todavía íbamos a estar unos minutos parados, entonces apagué el motor y bajé a ver qué le pasaba. Cuando estaba a dos pasos de su carro, Carlos me dijo "Tengo que llamar a la grúa, mi celular está muerto". Vi que mi teléfono tampoco tenía señal. Miré hacia arriba y entendí que el puente nos dejaba sin cobertura. "¿No arranca?", pregunté algo atolondrado. Con la misma cara de mierda, Carlos me indico que me acercara. Me dijo al oído. "Cuando paramos te vi. Estabas tan ridículo, embutido en tu Honda, que decidí que nunca más voy a manejar un auto. Ayúdame a conseguir la grúa". Los automóviles empezaron a avanzar. Corrí al mío, subí mientras escuchaba decenas de bocinas y coloqué el carro en la berma. Me di cuenta de que los bocinazos continuaban porque Carlos no avanzaba, entonces bajé del carro, corrí y empujé el auto de mi amigo hasta la berma contraria. Salí del puente y llamé a la grúa. Sentado en mi Honda veía cómo la grúa se llevaba el Volkswagen y cómo Carlos subía las escaleras del puente y se alejaba caminando. Eran las 6 y ya no tenía sentido volver a la oficina.

Friday, April 04, 2008

El 'Batitombo'

Lambayeque, domingo 30/03/08


...Si era Superman terminábamos en la cómica

Saturday, December 16, 2006

16 años después

Todo empezó en un original juego que practicaba con mi hermano. No tenía nombre. Álamo solo se daba un tiempo para jugar unos “partidos” conmigo. Digamos que era un fútbol en miniatura. La mesa en la que comíamos era la cancha, los arcos estaban construidos con play-go y unas redes para papas, la pelota estaba hecha de plastelina y los jugadores eran unos rectángulos de cartón que pintábamos con plumones de colores (luego serían imágenes de los mismos jugadores que sacábamos de los periódicos o los álbumes, que pegábamos a las cartulinas y que debían medir unos 6 centímetros de alto).

Jugamos varios campeonatos así: la liga italiana, la española, el Mundial Italia 90, selecciones master (con Pelé, Cubillas, Sotil) y, claro, el campeonato peruano. Como mi hermano era de Alianza, entonces elegí al Sport Boys, básicamente porque era el actual puntero del campeonato Metropolitano y porque ni cagando iba a elegir a la u (a los 9 años ya entendía algo de ética). Jugábamos seis contra seis y se podían hacer dos cambios (como en el fútbol de aquellos tiempos). Recuerdo que mi equipo titular era: Chávez-Riva en el arco, Duffó y Ochandarte en la defensa, Marquinho en el centro, Adao y Paris adelante.

Gané mis primeros juegos del fútbol en miniatura con el Boys y a partir de ahí me hice hincha oficial, a pesar de que jamás había visto un solo partido de los rosados (En aquellos tiempos no pasaban los encuentros por la TV). Ahora entiendo que, en realidad, las primeras alegrías futbolísticas me las dio el Boys que yo manejaba en el juego entre hermanos, no el real (o tal vez simplemente fue mi hermano que, asumo, me dejaba ganar algunos partidos. En fin).

Claro que a Álamo le llegaba al pincho que yo me hubiera hecho hincha de cualquier otro equipo que no fuera Alianza (aunque como consuelo, no era de la u). Asumo que le jodía sobre todo porque yo jamás había visto al Boys en vivo y tal vez le palteaba que su hermanito menor, y casi hijo, fuera tan poco inteligente como para tomar una decisión tan trascendental a la ligera.

Entonces, no sé si para darme gusto, o para que por fin me dejara de tonterías, mi hermano decidió llevarme al estadio para ver a los rosados. Hago un paréntesis para explicar cómo era el desastroso campeonato peruano: 44 equipos en primera división divididos en cinco regiones. Los 4 primeros de la Metropolitana y los primeros de las zonas Sur, Oriente, Norte y Centro jugaban un octogonal y luego una liguilla de la que salía el primer clasificado a la Copa Libertadores. En la segunda parte del año se jugaba igual, pero en dos ruedas (ida y vuelta). En realidad, no importa que no haya entendido nada de lo que acaba de leer.

De pronto llegó el día. La primera vez que visité el Estadio Nacional lo hice con Álamo y Vero, el domingo 4 de noviembre de 1990. Tarde nublada, subí corriendo las gradas de occidente y quedé impresionado con el ‘espectáculo’ (a pesar de las comillas, en serio, estaba muy conmovido. Creo que nadie puede dejar de conmoverse cuando sale por la boca de una tribuna y ve el césped de juego por primera vez). El estadio estaba prácticamente vacío. El Boys puntero se enfrentaba al ‘Inter’ de San Borja y el aire olía a talco para los pies. Sin embargo la sensación fue tristemente inolvidable. No creo que pueda explicar bien las sensaciones de aquella tarde ploma, pero, a pesar de que mi primer partido en el estadio fue el peor que he visto en vivo, en mi vida (no hay duda), quedé enamorado del fútbol y la mediocridad total que observé me fascinó gravemente.

Esa tarde Boys empató 1-1 con Inter en un partido más flojo que yo. Grité el gol de Duffó que abrió el marcador a los 20 minutos (el defensa la metió en la línea del arco luego de un rebote) y renegué con el empate del chileno Huertas.

Me sentí más vivo que nunca (por lo menos era el más entusiasta de todo el estadio, sin duda), y también más hincha de mi Boys (el real, no el de cartulina), que me hizo renegar por primera vez.

La primera alineación que vi en vivo fue la siguiente: César Chávez Riva, Roberto Arrelucea (sí Romi, el “marajá”), Martín Ochandarte, Martín Duffó, Pedro Olivares (el hermano de Percy), Marquinho, el chato Atoche (debía medir 1.50, y eso…), Oswaldo Flores, y aquella clásica delantera de tres: Ramón Anchisi (gran jugador que luego moriría a mitad de la década, cuando jugaba por el Sipesa, en un lamentable y tragicómico incidente que tiene que ver con una avioneta, una hélice de la misma, y unas ganas de orinar incontrolables), el goleador histórico Claudio Adao y Carlos Henrique (sí, con ‘H’) Paris. El técnico era el brasileño Frederico ‘Freddy’ Rodrígues de Oliveira (que había reemplazado al sobrado Miguel Company, que a su vez serruchó al chileno Miguel Ángel Arrué). Recuerdo que en el ‘Inter’ estaba como lateral Martín (quién luego sería ‘el león’) Rodríguez, Roberto Aspe y Eugenio La Rosa.



Si Álamo pensó que con eso tenía suficiente y mi fiebre porteña se había acabado, estaba muy equivocado. Yo era más rosado que nunca, y tenía más ganas que jamás. Quería ver ganar a mi Boys, que para ese entonces ya había clasificado a la Libertadores (campeonó en la primera parte del año), y era puntero del ‘Metro’, junto con el poderoso Muni de ‘la pepa’ Baldessari y Jorge Soto (dos futuros símbolos de Cristal, equipo que por aquellos tiempos jugaba terrible a pesar de que era el actual subcampeón. ¿Qué quién era el campeón vigente del fútbol peruano? El Unión Huaral).

Lo que seguramente terminó por definir mi afición fue la segunda vez que mi hermano me llevó al estadio. Aquel día vi uno de los mejores partidos de mi vida. Esta vez era una prueba de fuego para los hermanitos Pérez Luna. Alianza (que había tomado la punta luego de varios empates estúpidos del Boys, como el del partido contra el ‘Inter’), visitaba a los porteños que estaban a solo 2 puntos y, por lo tanto, tenían la gran oportunidad de alcanzar a los íntimos cuando faltaban 4 partidos para la liguilla (en aquella época el partido ganado todavía valía 2 puntos y no 3 como ahora).

El 6 de diciembre, los pendejos del Callao llevaron a Alianza al estadio de la u, que no era el Monumental, sino el minúsculo ‘Lolo Fernández’ (que no tenía tribuna Norte ¿?). Boys ganó 2-0 (Adao y Anchisi) y grité los goles en la cara de Álamo y frente a más de 10 mil espectadores. Mi hermano ya no tenía nada que hacer, yo ya era del Boys a muerte. Aquel día, después del partido, mientras se escuchaban disparos policiales y las bombas lacrimógenas trataban de entristecer el ambiente, bajé a la cancha (probablemente el lugar más seguro en el momento) y observé con tranquilidad cómo los hinchas de Alianza quemaban con rabia la tribuna Sur del ‘Lolo’, que se consumía para siempre.

Ese año Boys terminó subcampeón (la u lo venció 4-2 en la final del año, ¡que se jugó el 3 de febrero de 1991!), pero tuvo una campaña extraordinaria en su regreso a primera (estuvo los 2 años previos en la segunda división): 30 partidos invicto (nuevo récord nacional) y clasificó a la Libertadores.

Pasaron años de derrotas y victorias. Partidos y temporadas inolvidables (como aquel 2-2 con el Nacional de Medellín, o el casi título del 98), otros resultados olvidables (como los malos partidos que solemos tener con equipos chicos y para colmo de locales), pero nunca dejé de adorar al Boys.


Mañana, domingo 17 de diciembre del 2006, 16 años y dos semanas después de aquel memorable partido de 1990, Alianza y Boys se vuelven a enfrentar. El primero debe ganar si quiere ser campeón nacional y mi querido Boys también, porque sino regresará a aquella maldita segunda división. Sé que el ‘Lolo’ ha muerto y ahora el partido se jugará en Matute. Sé que Unión Huaral, aquel campeón vigente de 1990, ya está en segunda y que Boys lo puede acompañar. Sé que las circunstancias de la vida cambian y que no hay vuelta que darle. Pero también sé que, pase lo que pase, mañana voy a romperme la garganta y voy a llorar frente al televisor.

Monday, October 23, 2006

Dos roces de falsa fama en Tumbes

1. "Yo no me llamo Javier"

Estoy terminando de escribir mi envío en una de las computadoras que el hotel Costa del Sol de Tumbes pone amablemente a disposición de sus huéspedes. Termino mi labor y me conecto al Messenger, programa que detesto y que casi nunca uso, pero ahora tengo curiosidad, ¿quién conversará conmigo?
Hablo con Lucho luego de mucho tiempo. Está en Estados Unidos y me pasa algunas de sus nuevas composiciones. Qué maravilla la tecnología, carajo, que nos permite pasarnos archivos en mp3. Equivocado estaba, el msn es la voz. Los íconos estúpidos, la motivación de la pose, el engaño fácil, el gileo, la falta de educación que provoca y los problemas de comunicación que posee (todas razones por la que no usaba el programa), son en realidad tonterías mías. El msn es el gran paso adelante en comunicación mundial.
De pronto se conecta una chica que no conozco. Tengo (tenía, a partir de ahora) la mala costumbre de aceptar a cualquier dirección que quiere conectarse conmigo. Pero bueno, conversemos. Me dice que se llama "Y", que tiene 20 años, que estudia en la Católica, que una amiga le pasó mi mail y que le gustan los Turbopótamos.
Me siento halagado, pero al mismo tiempo la situación me parece extraña (de los Turbopótamos soy el que menos identifica la gente, siempre, simplemente soy ‘el bajista’).
El insipiente instinto periodístico empieza a funcionar y, con desconfianza, le pregunto su apellido. Busco su nombre dentro de la lista de estudiantes de la PUCP. Resultado: no figura. Gato encerrado. Luego uso su dirección de correo para buscarla en el hi5. El resultado de la búsqueda arrojó los siguientes datos: sexo: masculino, nombre: Javier.

2. Surfeando en Arabia Saudita

Último día en la maravillosa tierra de los manglares. Llego al estadio Mariscal Cáceres, donde se está jugando el Semillero de atletismo, actividad que tengo que cubrir para DT y que, finalmente, es el motivo de mi viaje.
Uso una gorra amarilla, lentes de sol y short, para disfrutar del agradable clima tumbesino. Entro al escenario y camino por el medio de la cancha, cuando, de pronto, escucho por los altoparlantes: "en estos momentos en el centro del gramado se encuentra el campeón nacional de surf, Julio Pérez Luna, que viene de competir en las playas de Arabia Saudita. ¡Aplausos!"
Qué roche. Luego de algunas palmas y risas de los asistentes, tengo que seguir la broma y saludar al público como un huevón. Los que organizan el Semillero siempre hacen ese tipo de chistes y, bueno, ya me tocaba.
Pasaron un par de horas de competencias atléticas y, acabando la jornada, uno de los pequeños deportistas locales se me acerca y, frente a todos, me dice: "una firma, pues"... "¿Por qué?" Le pregunto completamente extrañado. "Porque corres tabla", me responde. Bajo la cabeza, me miro la panza fofa y así, mientras que los de la bromita se cagan de risa, firmo mi primer autógrafo como estrella del deporte.

Breve explicación

Entre la Libertad y La Paz, y entre Escardó y Aviación. Ahí esta la Ciudad de Papel, pero para los fines de este blog, estaba. Ya no existe físicamente, solo está en mi mente, en mis recuerdos y en mis sueños. No, mentira, sí existe, y el otro día estuve muy cerca de ahí. Algún día sé que regresaré, ya sea por curiosidad o porque no me va a quedar otra.
Existe también porque, aunque no quiera, siempre voy a estar ahí. Todo, la forma en la que actúo, mis decisiones, mi forma de mirar, todo, siempre tiene que ver con aquellos bloques de casas, porque todas las noches, sin falta, pongo la cabeza en la almohada de mi antigua morada, aquel lugar en el que viví hace mucho tiempo. Mentira, fue hace poco, huevón, hace apenas 6 o 7 años.
Para los registros, la Ciudad de Papel fue creada en la década del setenta por el padre cusqueño Frisancho Pinelo, quien luego de una campaña de recolección de papel y desechos, consiguió recaudar los fondos suficientes y creó esta urbanización de casas igualitas para familias de escasos recursos económicos. El cura murió en el 87 y no pudo observar el desigual desarrollo de su gran obra.
La casa que consiguieron mis abuelitas poco antes que naciera, es decir, mi casa, estaba justo en el borde de la Ciudad de Papel. Aviación, cuadra 2. Al frente los callejones de barro y pelo de perro, a la izquierda el mar a 2 cuadras, ‘Maranguita’ a 4 más o menos, atrás pequeños parques rodeados de casas siamesas, y a la derecha empezaba una zona residencial muy bonita que tenía como arteria principal a la avenida Andrés Rázuri.
En esa pequeña casa de un piso crecí y pasé por casi todo lo que he pasado. Ella representa el núcleo de mis pensamientos y también de lo que creo (entiéndase como crear y creer al mismo tiempo).
A partir de ahí, entonces, hago este blog, porque necesitaba contar y escribir acerca de cualquier cosa que me diera la gana, personal o no, y no solo sobre música, que para mí es un tema que requiere demasiada autoexigencia. Por eso no publico mucho en RAN-KING y los últimos post han sido relatos personales del tipo que ahora deseo escribir aquí. La música era solo un pretexto. Entonces, ahora hagamos las dos cosas bien.
No más tristeza.