Monday, August 04, 2008

Qosqo (2)

Bandera


Jueves 24 de julio. 10:30 a.m. Estoy frente a la plaza donde descansa el monumento del guerrero Ollantay, observando las incomparables ruinas de Ollantaytambo, las montañas, el cielo inmenso y soleado, el color excitado del mundo; mientras tomo una cuzqueña dorada al tiempo (es decir, casi helada). Esto es vida, caracho.
Ciertas autoridades del distrito se han reunido bajo un toldo en la plaza. El motivo: anunciar el inicio de una campaña contra el friaje. Mientras decenas de niños sostienen pancartas con alegría, el maestro de ceremonias hace un anuncio: dice que Ollantaytambo se está “chilenizando” porque muchas casas todavía no muestran en sus terrazas nuestra bandera roja y blanca. Si entre hoy y mañana no la colocan, amenaza, habrá multa.
Horas después, mientras me dirijo a las espectaculares salinas de Maras, el conductor usa nuevamente el término. “Las están chilenizando”, dice automáticamente.
No entiendo: estamos en uno de los lugares más increíbles del planeta, cada mirada es una celebración de orgullo y seguimos con los dientes apretados, con este pensamiento nacionalista que late entre los puños.
Más alegría, señores. Ya quisieran muchos tener estas maravillas, estos lugares en los que, a 3 mil metros de altura, izar la bandera es una redundancia. No hace falta.
¡Salud!

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